Empecé trabajando como diseñador gráfico hace 20 años y a lo largo de todo ese período de tiempo tuve la fortuna de trabajar con varias imprentas. Creo que es un campo muy bonito y el hecho de poder trabajar con imprentas me brindó una perspectiva interesante a la hora de crear nuevos diseños, porque no solo pensaba en el aspecto creativo sino que podía prever cómo serían los acabados de manera realista. Por ello intentaba no proponer ideas muy descabelladas que al final no se pudieran reproducir exactamente como en el diseño original. En los primeros años una de las cosas que aprendí a base de tortazos, era interiorizar un método de trabajo y seguirlo de manera estricta.

La verdad es que muchos clientes quieren correr, tienen prisas y nosotros los diseñadores si llevamos el proceso completo del proyecto (incluyendo la gestión de imprenta), debemos intentar frenar esas ansias, porque al final las cosas con prisas corren el riesto de acabar mal y la responsabilidad recaerá sobre ti.  Como dijo Napoleón: “Vístame lento que tengo prisa”. Eso sí, involúcrate en todo el proceso, no solo es un proyecto para el cliente, es tuyo también y deberías plantearlo para que quede en tu portafolio.

En el flujo de trabajo a la hora de desarrollar un folleto, catálogo, flyer, papelería corporativa de una empresa o incluso una revista, existen pasos previos. Entre ellos hay uno que para mi debería ser obligatorio en todos los proyectos: se trata de la prueba de color, el último filtro de control de calidad.

Una prueba de color es un documento de referencia en el que procura reflejar (dependiendo del proceso de impresión final) al máximo posible los colores de la pieza antes de imprimir. Sin embargo dependiendo del proceso de impresión final la prueba de color podría ser 99% fiel o menos. Me explico: hoy en día los procesos de impresión son muy avanzados y la impresión digital ha ganado mucho terreno por su gran relación calidad/precio, aunque para mi aún no supera la altísima calidad impresión Offset. Pero está claro que para tiradas pequeñas, es preferible imprimir en digital que en offset por un tema económico.

Por eso si la impresión final es digital, la prueba de color se imprimirá desde la misma máquina con lo cual debería ser 99% fiable. Pero si se decide hacer en offset, la referencia no será idéntica simplemente porque las pruebas de color o cromalin lo harán desde una imprenta diferente a la definitiva. En una imprenta no van a poner en marcha toda la maquinaria de impresión offset (hoy en día offset digital) para un único documento para una prueba de color. No tiene sentido, no sale a cuenta porque estas imprentas están pensadas para largas tiradas a gran velocidad. (En otra ocasión profundizaré más sobre las impresión offset y offset digital)

Por otro lado, quizá en tu espacio de trabajo no tengas una impresora que te permita tener una referencia a tamaño real. Parecerá mentira pero estamos tanto tiempo delante de la pantalla del ordenador que a veces no somos capaces de detectar los detalles desde el monitor. Ahora bien, en una prueba de color no solo toma en cuenta el correcto color, ya que la tienes aprovéchala para controlar todos los aspectos como último filtro de control de calidad. Tamaños y cuerpos de letra, sangres, alineaciones, fotos… que todo se encuentre "clavado" en su sitio. Incluso si lo consideras oportuno, enséñalo al cliente, y que él mismo te de la aprobación de que esta todo OK así te cubres las espaldas.

De este modo, si ves algún error, que probablemente lo veas, tienes una oportunidad para rectificar antes de hacer la tirada.

Creeme, si te planteas siempre hacer una prueba de color tendrás la tranquilidad de enviar a imprenta un documento bien hecho y te evitarás sorpresas y disgustos por parte del cliente.

Feliz fin de semana.